Mi cama está desordenada, cada vez que despierto las fundas están salidas. Siempre la culpaba a ella por eso, pero ahora ya no es ella, simplemente, soy yo; no paro de desarmar mi cama, tal vez sea porque la extraño. Cada vez que me recuesto, lo hago siempre del mismo lado y dejo un pequeño espacio contra la pared donde dormía ella, estiro mi mano pero ya no encuentro su cintura, sólo colchón y más colchón. Tal vez debería acostumbrarme al espacio en el colchón y a desarmar mi cama.
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