scars

jueves, 29 de diciembre de 2011

Huracanes.

Me levanté aquella mañana y miré sobre mi ventana, las gotas se postraban sobre los vidrios, el viento golpeaba suavemente contra las hojas de los árboles; algunas seguían de pie, otras caían al suelo mojado, hundiéndose por completo. Fui a ver mi plantación, allí estaba el cannabis, creciendo fuertemente; tomé un par de hojas para condimentar mi almuerzo, siempre es un buen antidepresivo. Volví a tenderme sobre la cama al terminar, me hundí en el reconfortable colchón, volví a mirar hacia afuera, el viento comenzó a soplar cada vez más fuerte, se aproximaba una tormenta; no podía dormir siquiera, observaba cada relámpago a la par de que mi corazón se aceleraba con cada estruendo de los truenos; sobraba un espacio de cama que hacia meses que no llenaba. Siempre conservé su lugar, calcaba su forma en las sábanas. La esperaba todas las noches aunque nunca decidió regresar, repasaba el día y lloraba una vez más. No lo podía contener. Arranqué a pedazos la mitad del colchón, el frenesí recorría mi sangre, plumas volaban por doquier, al menos ya no tendría que llenar esa mitad, ya no estaba más, la había arrancado (de mí)

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